Bonito criterium para Van Aert
Se había avisado al inicio del Tour: en caso de que lloviese en la última etapa se neutralizarían los tiempos. Al revés que en otras improvisaciones típicas de este deporte, se había previsto la contingencia, y nadie podía apelar nada en contra.
Dista mucho de lo sucedido con los límites de tiempo aumentados por capricho a pocas horas de disputarse la etapa (pasó en la cronoescalada, y también en alguna etapa alpina), donde no se argumentó nada: un ordeno y mando de manual, contra el tampoco cabe réplica.
Llovió en París, y los tiempos de la general se cerraron a 50 km. de meta. Ya podía pasar cualquier cosas -ataques, caídas, pinchazos- que no contaría para la general. En eso, tampoco ninguna novedad: en 2014 Jean-Christophe Peraud pinchó en el circuito parisino, y la propia organización le hizo un trascoche vergonzoso para que el primer francés en acabar segundo en la carrera desde 1989 con Fignon (25 años, ojo) no acabase llorando, en una metáfora general del ciclismo.… Leer más